jueves, 21 de julio de 2011

19 DE JULIO 2007- HACE 4 AÑOS QUE EL "NEGRO" FONTANARROSA NOS DEJO MAS HUERFANOS !!!



Uploaded by diegocasderosario on Aug 3, 2007


El negro Fontanarrosa en el Congreso de la
Lengua de Rosario en Argentina











"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"
Roberto Fontanarrosa





1944:
Era domingo y el parto había sido normal, salvo por un detalle el bebé resultó negro y canalla. El 26 de noviembre nace en Rosario (Argentina) Roberto Fontanarrosa -El Negro- humorista gráfico, escritor e hincha de Rosario Central. Ese mismo mes aparece la revista "Rico Tipo", cuna de las osadas "Chicas de Divito" y exponente de una década en que la historieta y el humor gráfico argentino crecen y se consolidan.
En mi niñez fue todo normal, todo común, sin catástrofe, sin privaciones terribles y sin acontecimientos sobresalientes. Mi niñez no da ciertamente para escribir una novela angustiante. Ni da tampoco para una historieta.

1954:

El pequeño Fontanarrosa se encuentra con su verdadero amor: la pelota, Va a la cancha por primera vez a ver un partido entre Rosario Central y Tigre. Si hubiera que ponerle la música de fondo a mi vida, sería la transmisión de los partidos de fútbol.

1957:

Fin de la escuela primaria: "Andá al industrial porque en la industria está el futuro del país. Lo que se estudia ahí tiene una aplicación", le recomienda el padre. "Que haga lo que le guste, pero por si acaso que estudie inglés" , acota la madre al verlo copiar insistentemente los dibujos de "Rayo Rojo" , "Puño Fuerte", "El Tony" y "Misterix". Por esa época inicia el curso de los "12 Famosos Artistas" que la Escuela Panamericana de Arte dictaba por correspondencia.

1961:

Negado para las matemáticas, la física y la quimíca, Fontanarrosa deja el secundario después de repetir tercer año. No siento ninguna frustración por haber abandonado: al fin de cuentas soy un precursor de la deserción escolar. De esos días, el único recuerdo agradable que se conserva es el de los días miércoles al mediodía que salía del colegio para comprar en el kiosco "Hora Cero". La revista, fundada por Héctor Germán Oesterheld, es considerada un hito de la historieta.

1962:

Se viste- por primera vez- de traje para viajar a Buenos Aires, En busca de trabajo llega a editorial Columba, donde le prometen un guión, pero la propuesta nunca se concreta y Fontanarrosa se vuelve a Rosario.

1963:

Empieza a trabajar en la agencia de publicidad de Roberto Reyna y le va bien , aún a su pesar. Trabajaba sin la menor convicción. Es que siempre me pareció imposible que una persona pueda comprar un vaso porque alguien se lo inculca en un aviso.

1968:

El año del Mayo francés, del asesinato de Martin Luther King y de la dictadura de Juan Carlos Onganía, Fontanarrosa publica su primer chiste : un policía muestra su bastón manchado de rojo-sangre dice " no hay ninguna duda, eran comunistas". EL trabajo-que recuerda al "palito de abollar ideologías" de Mafalda. Dibujado más o menos para la misma época- aparece en la revista rosarina "Boom". La publicación había convocado al dibujante para ilustrar las tapas serias en color ( cosa que para mí era totalmente nueva, porque ya había crecido con historietas blanco negro). A falta de alguien que hiciera la página de humor, la dejan también en sus manos.

1971:

Año memorable para Rosario Central, que por primera vez, sale campeón. Gol inolvidable el que hace Aldo Poy de palomita, gracias al cual los leprosos de Newells quedan eliminados en la semifinal. En homenaje a esa histórica jornada, Fontanarrosa escribió el cuento "19 de septiembre de 1971", incluído en Nada del otro mundo, la compilación que Ediciones de la Flor publicó en el 88.
En pleno auge de la era James Bond, Fontanarrosa crea una parodia del agente secreto- 75 páginas dibujadas en tinta china- , de la que sólo se publican capítulos en la revista rosarina "Tinta". Boogie, el aceitoso , es el descendiente directo de este personaje que reeditará la Universidad de Rosario. También en "Tinta" aparece otro trabajo, hecho con estilográfica : Tadea y sus hijos, una historieta "a la italiana" donde todo lo que ocurre es terrible.

1972:

Surge en Córdoba la revista humorística " Hortensia", que llega a tirar más de cien mil ejemplares por números . Dirigida por Alberto Cognigni, colaboran en sus páginas Caloi, Brócoli, Lolo Amengual, Crist, Ian, y el propio Fontanarrosa, entre otros.
Era una gran vidriera para muchos de nosotros. Aquí fue donde ya me dejé de complejos y me lance a la historieta , copiando sin asco a (Hugo) Pratt.
"Hortensia" fue la madre de sus dos hijos Boogie el aceitoso e Inodoro Pereyra, el renegau
A fines del 72 aparece también "Satiricón", donde el humorista publica unas historietas basadas en cuentos de Borges, en películas o en best-sellers famosos.
¿ Quié es Fontanarrosa? Preguntaba en su tapa el primer volumen de humor gráfico de este artista de 28 años publicado por Ediciones de la Flor. A partir de entonces, y con ese sello, aparecieron tomos humorísticos suyos sobre casi todos los temas : el fútbol, el sexo, el fútbol, la política, el sexo, la cultura, el fútbol....

1973:

La nueva contratapa del diario "Clarín" es un signo del fortalecimiento del género de la historieta y el humor 7gráfico argentinos, que ya no necesitan de modelos ni de nombres importados. Convocada por Caloi, se instala en el matutino toda una banda de humoristas autóctonos : Viuti, Tabaré, Altuna, Dobal, Ian, Rivero, Crist y - por supuesto- Fontanarrosa, que allí continúa. Desde entonces, muchos lectores empiezan a hojear el diario por la parte de atrás.

1974:

Nace la revista "Mengano", adonde emigran varios de los integrantes de "Satiricón": Limura, Bróccoli, y Amengual, así como Viuti y Fontanarrosa que trabajan simultáneamente en las dos publicaciones. Para la mismo época el humorista colabora también en otros proyectos tales como "Chaupinela" y " La Cebra a Lunares "- Medio a la fuerza, a "Mengano" se muda el renegau.
Es mismo año, Inodoro hace rancho aparte : Ediciones de la Flor publica la primera compilación de sus aventuras, puntapié de una serie que ya ha superado la veintena de volúmenes. A Boogie le bastó una bazuca y una granada de trotyl para conseguir -en buenos términos- que la editorial lanzará también el título inicial de su colección, que ahora ya tiene doce tomos.

1976:

Inodoro se instala junto a la Eulogia y el Mendieta en el diario "Clarín". Luego de pasar por diferentes secciones se incorpora a "Viva", rediseñada revista dominical del matutino.
Para entonces el bar "El Cairo", en Rosario, se había transformado ya en el sitio de encuentro de la "mesa de los galanes", después inmortalizada en uno de los libros del humorista : una veintena de hombres se reúnen todas las tardes y lo fantástico es que no se habla de nada importante, es la insoportable levedad de la conversación.

1979:

Boogie toma por asalto las páginas del quincenario "Humor Registrado". No se producen víctimas ni daños materiales. En su larga y violenta vida, la historieta se publica también en el semanario "La Maga" y en publicaciones mexicanas y colombianas. He recibido muchas cartas en contra Boogie, pero las más preocupantes eran las que me llegaron a favor. Eran una cosa terrible, tipos felices porque por fin llegaba alguien que les pegara a los negros y a las mujeres

1980:

Fontanarrosa. Comienza a colaborar en la elaboración de los espectáculos de Les Luthiers. Los conocí personalmente cuando presentaron "Mastropiero que nunca "en Rosario y se quedaron en la ciudad una semana. En esa época querían formar una grupo de apoyo que les tirara ideas, el grupo no se formó pero yo empecé a trabajar con ellos.

1981:

Editorial Pomaire publica Best Seller , novela inicial de Fontanarrosa. El mismo sello lanza, al año siguiente, El área 18, su secuela.

1982:

El mundo ha vivido equivocado sostiene Fontanarrosa en el título del primer libro de cuentos, publicado por Ediciones de la Flor. A él le siguen No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, Uno nunca sabe, El mayor de mis defectos y La mesa de los galanes, entre otras compilaciones de relatos.

1984:

Aparece en el mercado "Fierro", una revista que promueve la experimentación temática, narrativa y técnica de la historieta, un género que - para entonces- ya ha perdido su ingenuidad inicial. A sus páginas se incorpora, algunos años después, la serie
Semblanzas deportivas creadas por Fontanarrosa así como las aventuras de Sperman, un donante de esperma.

1985:

Ediciones de la Flor reedita Best Seller, un verdadero éxito de ventas- tal como su nombre obliga - y también El área 18. Aparece, además, una novela nuevecita , La Gansada.

1994:

Año mundial. El humorista es contratado por "Clarín" para comentar los partidos jugados por la selección argentina en los Estados Unidos. Hay que decirlo : en realidad, son narrados por la Hermana Rosa, una mentalista que predice los resultados. En 1994, además, recibe el Premio Konex.

1995:

Para cuando aparecen los cuentos La mesa de los galanes , los galanes ya se habían mudado de mesa. Dejaron El Cairo para instalarse en un nuevo bar, la Sede.

1998:

Inodoro Pereyra el renegau, cumple 25 años y los festeja con usted en este volumen monumental.



FUENTE: http://www.negrofontanarrosa.com/biografia/fb.asp






El imposible adiós a un verdadero grande

Karina Micheletto / Página/12 -
27/07/07



Escritor, humorista y dibujante excepcional. Acosado por una enfermedad neurológica, Fontanarrosa afrontó sus últimos tiempos con la misma vitalidad que vibra en sus textos y dibujos. Padre de Inodoro Pereyra y Boogie el aceitoso, autor de una veintena de libros que demostraron su calidad literaria, supo decir lo más profundo de la manera más simple.



"Cuando me explicaron de qué se trataba mi enfermedad, lo primero que pensé fue: ¿por qué a mí? Pero después entendí: ¿Y por qué no?". Así anunció su enfermedad Roberto Fontanarrosa, dos años atrás, en el primer programa que tuvo a mano, el ciclo de entrevistas Tiene la palabra, por TN. Lo contó en público, explicó antes del aire, porque le parecía que ya era tiempo, restándole importancia por completo al asunto. Parecía mucho más preocupado por dejar en claro que sus dichos sobre Rosario Central ("con cada partido envejezco diez años") no tenían nada de broma. En medio de la irrealidad que siempre supone un estudio de televisión, preparado para albergar palabras que se dicen con la liviandad del "estamos en el aire", esta cronista recuerda haber vuelto a confirmar, junto a todos los presentes, una certeza colectiva, conmovedora, como fuera de lugar: qué grosso que es este tipo. Roberto Fontanarrosa falleció ayer, después de presentar batalla a una extraña afección neurológica que fue debilitando poco a poco sus músculos, una enfermedad que sabía irreversible y progresiva. Tenía 62 años, más amigos que penas y la lucidez suficiente para ejercer con maestría el más arduo de los oficios: el de decir lo más profundo de la forma más simple, haciendo reír con gusto al menos a dos generaciones.



Los cables de noticias indican que Fontanarrosa murió en una clínica de Rosario, la ciudad que amaba. Que no tuvo que permanecer mucho tiempo internado allí. Y que había pasado la noche anterior entre amigos, compartiendo un asado. Lo cual suena como una especie de consuelo imposible, una forma casi justa -ojalá tal cosa existiera- de muerte. La variante de esclerosis que padecía le fue tendiendo un cerco que afectó primero su brazo izquierdo, y luego dificultó su movilidad, por lo cual en sus últimas apariciones se lo vio en silla de ruedas. Sufría una extraña enfermedad neurológica, "esclerosis lateral amiotrófica", sin cura conocida. No rechazó ningún tratamiento, desde acupuntura hasta ensayos con células madre, en fase experimental. La noticia de su muerte fue sorpresiva para todos: la arrolladora vitalidad que transmitía el rosarino marcaba un diagnóstico propio y diferente, siempre esperanzado.



Roberto Fontanarrosa nació en Rosario el 26 de noviembre de 1944 y, según decía, desde chiquito fue negro y canalla. A los veinticinco años comenzó a delinear sus dos personajes emblemáticos: Boogie el aceitoso e Inodoro Pereyra, que nacieron en las revistas Tinta y Hortensia. A partir de los '70 empezó a poner su firma en revistas como Satiricón y Mengano, y pronto Ediciones de la Flor publicó las primeras compilaciones de Inodoro y Boogie. Sentencias como "mal pero acostumbra'o", "Negociemos, don Inodoro", o el lacónico "shit" que remataba las aventuras de el aceitoso, pasaron a formar parte del refranero popular. Boogie, precisamente, fue protagonista de las contratapas de domingo en Rosario/12, donde trabajó toda la década pasada y escribió sus "Noticias desde El Cairo". Pero también brilló en novelas y compilaciones de cuentos -muchos de ellos dedicados, claro, al fútbol- como El área 18, No sé si he sido claro, Usted no me lo va a creer y El mayor de mis defectos. En el último tiempo, relatos como La mesa de los galanes fueron llevados al teatro por distintos elencos, y sus amigos Daniel Aráoz y Coco Silly hicieron que Los cuentos de Fontanarrosa cobraran vida por Canal 7 (ayer, justamente, grabaron un capítulo en medio de la noticia de la muerte). Su maestría lo llevó por las más diversas posibilidades de su oficio, desde cubrir un Mundial de Fútbol hasta ilustrar el Martín Fierro.




Siguió trabajando con el mismo entusiasmo hasta el final: mantuvo el chiste diario en Clarín. También siguió con Inodoro Pereyra, el renegáu en la revista dominical de ese medio, sin renunciar al desafío autoimpuesto: lograr que cada viñeta contuviera un chiste, con remate y todo, formando parte a la vez del relato global de la historieta. La enfermedad marcó cambios inevitables: primero, las letras de Inodoro comenzaron a salir con un programa de computadora que imitaba los caracteres del humorista. Finalmente, en enero de este año, anunció que dejaría de dibujar, y sólo seguiría escribiendo el contenido de sus tiras cómicas. "Fue casi un alivio llegar a esta determinación; me costaba mucho dibujar, y me salía mal. Por ahora mi mano claudicó, no responde como antaño a lo que dicta la mente", explicó. La solución llegó con otra mano, la de un amigo de años, el cordobés Crist. Así, en el último tiempo, los chistes se pensaban en Rosario, se dibujaban en Córdoba y se imprimían en Buenos Aires, para todo el país.





En 2004, Fontanarrosa fue invitado al III Congreso de la Lengua, que se realizó con toda pompa y circunstancia en la ciudad de Rosario, con la presencia de catedráticos de la más alta alcurnia. Su exposición, que se suponía una suerte de adorno marginal en ese ámbito académico, las palabras de alguien "de otro palo", terminó siendo lo más recordado del evento. No porque los medios hubieran ejercido su poder de caja amplificadora de lo pequeño, sino porque sus palabras, efectivamente, formaron parte de lo más profundo de la discusión sobre una materia viva como la lengua. "¿Por qué son malas las malas palabras? ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran?", comenzó planteando el rosarino. En su ponencia abordó la cuestión de "la triste función de los puntos suspensivos" en el reemplzazo de términos soeces, y defendió la potencia expresiva de un carajo o un mierda bien colocados. Hablaba sin recurrir a un texto escrito, en lo que parecía un discurso improvisado, o al menos dicho con la tranquilidad de quien va pensando las palabras en el momento. Pero si logró hacer reír a carcajadas a cada maestra y biliotecaria, y hasta al director de la Real Academia (apellidado, casualmente, García de la Concha), era porque el Negro había trabajado mucho su ponencia. Lo que decía en cada oración, con el ritmo justo para que el auditorio estallara en risas en cada punto, era brillante. Lo mismo ocurría con sus chistes. Nadie se sentía un pelotudo mientras largaba la carcajada.




Una situación similar vivían todos los años los cientos de personas que llenaban la sala más grande de la Feria del Libro, donde Fontanarrosa cumplía con una suerte de ritual, la mesa de humoristas que organizaba De la Flor. El tema era siempre más o menos el mismo: el humor y sus implicancias. El rosarino siempre llegaba con algo preparado, y aunque las dijera como al pasar, sus palabras dejaban picando grandes reflexiones. Decía que disfrutaba muchísimo de esas ferias, aun entre los apretujones de los pasillos repletos, y era fácil creerle, viendo el empeño que ponía en firmar un autógrafo tras otro, frente a una fila de lectores ansiosos que parecía ser siempre igual de larga. "Yo firmo lo que venga", aseguraba, y contaba que había estampado las cosas más insólitas: papelitos, revistas, camisetas, libros de otro autor. Se tomaba el tiempo para agregar un Mendieta, un Inodoro, lo que el lector pidiera. Era su forma de devolver el cariño que recibía de sus lectores, que lo trataban con respeto y familiaridad a la vez. Como a un amigo.



En cierta medida, el Negro fue un símbolo de un país que alguna vez fue posible, uno de esos seres cuya existencia indican que quizá todavía puede ser posible. Un hombre que manejaba una cultura vastísima, capaz de hacer poesía con Central, o de hacer que la sociedad argentina se reconozca en sus personajes. Un hombre que trabajaba con la sencilla convicción de que podía hablarles a sus lectores de igual a igual, como a seres capaces de reflexionar y reírse con las mismas cosas que él. Por eso sus chistes y textos hacían sentir bien tratado al lector mientras se reía, algo que en estos tiempos de zanahorias para bobos se agradecía como una caricia. No son tantos los que quedan, y un ejemplo pueden ser Les Luthiers, con quienes no por nada el rosarino trabajó durante más de veinte años como asesor creativo.



"¿Por qué a mí? ¿Y por qué no?", les debe estar diciendo el Negro, desde algún lugar y de alguna forma, con la sonrisa torcida de siempre, a los muchos que hoy lo lloran. Decir que un artista sobrevive en su obra es el más horrible de los lugares comunes para una nota como ésta. Aun así, hay una certeza alrededor de esa posibilidad de reencarnación que solamente se ganan los grandes, que no son tantos. Fontanarrosa podrá haberse muerto, pero todos seguiremos repitiendo: qué grosso que es este tipo.


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